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Tip: Si algo ha cambiado mi vida, ha sido el YOGA



Si algo ha cambiado mi vida es el yoga; yoga es el camino, de eso no tengo dudas.

Ésta disciplina milenaria siempre ha sido considerada de las más beneficiosas para nuestro cuerpo y nuestra mente, y esto es una verdad como un templo. Te juro que casi el 100% de las veces que alguien decide compartir conmigo sus dolencias, preocupaciones o angustias pienso, qué bien le vendría practicar yoga; aunque claro, no quiero ser la típica coñazo de “consejos vendo, que para mí no tengo”.

El caso es que el yoga entró en mi vida de casualidad en 2005 cuando me encontraba en Londres haciendo unas prácticas para una empresa en la que el jefazo era de la India (nunca sé bien si decir indio o hindú así que mejor escribo de la India, y apañamos). La cuestión es que traía a la oficina a una profe de yoga dos veces por semana, ¡y podía ir cualquier empleado si quería!; ¡y de manera gratuita!; ¡y en horas de trabajo!; ¿Hola? allá que fui yo como buena española / latina que soy. Me resultaba cómico escuchar a mi jefe roncando como un cochino en savasana (relajación final y postura más importante), y la verdad que lo que comenzó como una coña para escaquearme un poco del trabajo, resultó que me hacía sentir MUY bien. Siempre he sido bastante flexible por lo general pero siempre me ha faltado fuerza y capacidad de concentración. En ése momento era “young and wild” y tenía mi cabeza en otros menesteres menos yóguicos. : p


A lo largo de los años siguientes, practiqué de vez en cuando y por rachas, pero siempre teniendo presente que el yoga me hacía sentir bien. Practicaba en el gimnasio y hasta hice diferentes cursos de yoga en la oficina con @callejamariangeles, que es una extraordinaria profesora; muy sabia y muy bella por dentro y por fuera, y con mucha, mucha experiencia. Soy afortunada porque llevo muchos años siendo su pupilo.

Una vez diagnosticada del primer cáncer, me dijeron que el ejercicio físico era buenísimo así que me apunté al gimnasio @holmesplace y entre otras actividades retomé el yoga. Allí me encontré con @paulapetriccayoga que me transmitió su pasión y me mostró el lado más espiritual del yoga. En sus clases cantábamos mantras y poníamos intenciones y eso, me dejó chiflada.


Recuerdo al principio sufrir muchísimo. Sufrir, en el sentido de que me costaba mucho, entiéndeme; la gente piensa que son unos cuantos estiramientos pero la práctica de asanas (posturas), puede llegar a ser súper intensa. Lo bueno que el nivel siempre lo pones tú, según tus límites, según te apetezca o según te sientas ese día. Eso es otra de las cosas que me maravilla del yoga. Tú decides. Estás tú, tu cuerpo, tu mente y tu esterilla. No compites con nadie.


Recuerdo ir al gimnasio en plena quimio con la peluca (cualquiera de ellas, porque tenía varias, ya te contaré) y tener que quitármela en medio de la clase porque no podía más del calor. Yo sudo bastante y aquello era insoportable. La gente flipaba sobre todo cuando me la quitaba de repente. Había veces que me presentaba allí calva o con pañuelo. No me preguntes qué me llevaba a elegir qué me ponía; dependiendo del día, me levantaba de un mood u otro.

Pero realmente cuando comencé a profundizar en la práctica fue cuando tuve la recidiva (recaída en la enfermedad poco después de haber “superado” el primer cáncer) en marzo de 2109.


Fue ahí cuando dio un giro mi vida y sentí la necesidad de tener hábitos mucho más saludables. El cuerpo me pedía refugiarme en el yoga y así cuidar, sanar y fortalecer mi bienestar mental, físico y espiritual a través de la respiración, las asanas y la meditación. Me enganché a esa sensación de bienestar y calma interior que produce el yoga y que yo tanto necesitaba con lo que me acontecía.


A día de hoy, necesito practicar a menudo porque si no me quedo tiesa y ando como una abuelita. Esto me pasa porque mi tipo de cáncer es hormonal, es decir, que crece y se alimenta de hormonas, por lo que necesito tenerlas muy controladitas. Para ello entre otras cosas, me han extirpado los ovarios ya que son productores de estrógeno y progesterona, hormonas “innecesarias” en mis circunstancias. Total, que soy menopáusica desde los 35 años y además de manera radical, que creo que el cuerpo lo asimila aún peor. Imagínate las consecuencias. Tengo síntomas y dolores que no corresponden a una persona de mi edad. Sobre todo, dolores articulares, sofocos (aunque por suerte cada vez menos) y fatiga.


Para todo esto, me ayuda el yoga.


Y por supuesto, para asimilar, aceptar y vivir con todo lo que llevo encima. A esto me ayuda y mucho. Te juro que es mi refugio.


Está más que demostrado que el yoga es bueno para cualquiera, pero para pacientes con cáncer es excelente, porque además de todos los beneficios que tiene a nivel mental, reduce el cansancio y la sensación de fatiga, te hace sentir más vital, mejora el funcionamiento físico así como la tonificación del cuerpo y la forma física, ayuda a tener más flexibilidad, reduce el estrés, la inflamación, mejora el sueño y la calidad de tu vida en general.


Y lo bueno es que hay millones de tipos y para todos los niveles. Tienes que encontrar el tuyo; el que te va bien a ti, y con el que conectas. En mi caso me gusta probar diferentes, porque no todos los días los tengo iguales. Hay veces que me apetece más fluir por lo que elijo un vinyasa, y otros que necesito más quietud y elijo hatha.


Lo mismo puede pasar con los profesores. No siempre conectas con todos. Busca el que te guste, y te haga sentir bien.


Yo ahora practico con la fantástica @flowithlu que todo lo hace bonito. Es un placer fluir en sus clases con la energía que crea y las playlist de lujo que nos regala.


Además como no siempre me coinciden las horas del gimnasio con mi agenda, practico en casa y la verdad que me encanta. Me pongo videos online de @xuanlanyoga, @ pau_inspirafit o con la aplicación down dog que también me parece que está muy guay. Practicar en casa me ha hecho profundizar más y volverme bastante adicta.


Y la verdad que tengo rachas en las que practico más y otras en las que menos, pero cada vez intento dedicarle más tiempo, porque al final es dedicarme tiempo a mí.


Es un regalo que me hago y una forma de mimarme. Me hace aprender, me ayuda a conocerme, a escucharme, a encontrarme y a calmarme. Ésa esterilla me enseña a trabajar la aceptación, la frustración, la paciencia, la humildad, el amor hacia mí y hacia los demás, la escucha, la disciplina, la paz interior, la calma, la conexión conmigo misma y con una energía o vibración que va más allá de nuestro entendimiento pero que me hace sentir muy viva, muy presente y muy tranquila.


De hecho, el año pasado me fui con Mirari a un retiro de yoga en Tailandia. Nada más y nada menos que a un sitio mágico que se llama Wonderland @wonderland_healing_center. No podía llamarse de otro modo. No te imaginas qué experiencia tan fantástica. Tanto, que casi cancelamos el viaje entero por quedarnos en ese paraíso. Repito seguro.


Y por último, aquí te dejo un mantra que yo me repito mucho; no es mío pero así como me lo regalaron a mí, hoy te lo regalo yo a ti, porque compartir, es de guapas:


“ Yo me escucho, Yo me cuido. Yo me quiero”. Y además ahora le he agregado: Yo estoy, Yo me quedo, Yo vivo.


Prescripción: cuantas más veces lo repitas, mejor.

Y mientras tanto, muy #cabezotas, seguimos caminando.


Poema del maestro yogui Swami Sivananda:


Ritmo

La noche sigue al día,

la luz a la oscuridad,

el descanso al movimiento,

este es el ritmo de la Naturaleza.

La Armonía sigue a la ausencia de armonía,

la paz sigue a la guerra,

la calma a la tormenta,

este es el ritmo de la Naturaleza.

La evolución sigue a la involución,

La disolución del Cosmos, Pralaya , sigue a la creación,

la inhalación a la exhalación,

este es el ritmo de la Naturaleza.

El nacimiento sigue a la muerte,

el dolor al placer,

la contracción a la expansión,

este es el ritmo de la Naturaleza.

¿Quién hay detrás de este ritmo?

¿Quién mantiene este ritmo?

Encuéntrale, ¡Oh Rama!. Él es el Sublime.

Él es el Gobernante Interior.

El Ritmo es la Armonía,

la Armonía es Paz

la Armonía es el Supremo

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